La dura historia de las kathoeys tailandesas

La dura historia de las kathoeys tailandesas

Nong Toom creció en un entorno pobre y rural de Tailandia, donde era considerada un bicho raro y una vergüenza para la familia. Nació con un cuerpo masculino, pero ella se identificaba como mujer.

Su oportunidad para salir de la pobreza y cambiar de género la encontró en el Muay Thai, donde cada victoria le acercaba a su sueño de someterse a una cirugía estética. Finalmente lo consiguió y, con el estreno de “Beautiful boxer”, una película sobre su vida, se convirtió en una celebridad internacional.

Y es que pocas personas tienen la suerte de poder utilizar el deporte profesional como vía para salir de la pobreza y hacer realidad su identidad no hetero normativa. Si bien Tailandia es un país tolerante con las personas LGBTQ+ en comparación con la mayoría de los países asiáticos - el Estado despenalizó la homosexualidad en 1956 y la violencia homófoba es escasa -, las personas kathoeys procedentes de la pobreza rural se encuentran con muchas dificultades para ascender en la sociedad. 

El término Kathoey

Kathoey es un término que se utiliza en Tailandia para denominar a las personas nacidas con una fisiología sexual masculina, pero con una identidad de género femenina. Kathoey no se equipara directamente con el término occidental "trans", ya que su concepto es más amplio: incluye a personas que se hormonan o se someten a cirugía estética, a personas que se travisten y a las que viven como hombres afeminados. 

En las familias tailandesas, especialmente en las que disponen de recursos limitados, los niños tienen fuertes obligaciones culturales: se espera que trabajen desde una edad temprana y que contraigan matrimonio pronto. A su vez, la familia puede ser una fuente de apoyo emocional y la principal proveedora de acceso a recursos y contactos sociales, fundamentales para que un individuo ascienda en la sociedad.

Por eso, el grado en que los miembros de la familia aceptan o rechazan la identidad de una persona kathoey determina de forma crucial su posterior rango y estabilidad social. Un estudio publicado en 2023, recoge el testimonio de varias de estas personas provenientes de zonas rurales:

Yo era muy joven. A mi padre no le gustaba mi forma de ser... Me pegaba y me tiraba, así que me escapé a casa de mi tía.

Creo que mi madre lo sabía desde que era pequeña, pero siempre me apoyó... Me vestía de mujer cuando actuaba en algunos actos especiales del pueblo. Era ella quien me preparaba los vestidos, los accesorios y el maquillaje. Nunca se quejó.

Pero, incluso si tienen la suerte de contar con el apoyo de la familia, encuentran barreras infranqueables a la hora de conseguir un trabajo:

A pesar de tener un título, no me aceptaron para trabajar en un hospital privado ni en ningún otro porque soy mujer. Me maquillé una vez cuando hacía el turno de noche en el hospital y los compañeros presentaron una queja a Recursos Humanos... Me pidieron que dejara el trabajo porque no había superado el periodo de prueba.

Como consecuencia, las kathoey ven sus oportunidades laborales canalizadas hacia los bares turísticos y el trabajo sexual. Aunque afirman que esta trayectoria vital forma parte de su identidad, no cabe duda de que estas "elecciones" son el resultado de un bloqueo de oportunidades:

Un transexual mayor me dijo una vez: "¿Por qué no te buscas un marido extranjero? Mi amiga se fue a vivir al extranjero y se hizo "Madam"... tú no eres fea. ¿Por qué no lo intentas? Quizá tu vida sea mejor". Así que vine aquí (Pattaya).

Los extranjeros que buscan emparejarse a largo plazo con kathoeys suelen ser hombres mayores que buscan crear un negocio en Tailandia. Esto significa que la kathoey les aporta contactos y conocimientos del idioma y la cultura, que son esenciales para que un extranjero dirija un negocio, posea una propiedad y viva en Tailandia. A cambio, las Kathoeys ascienden socialmente.

Sin embargo, este es un campo muy competitivo y la demanda de pretendientes extranjeros ricos supera con creces la oferta. Muchas Kathoey no consiguen tener una pareja extranjera segura a largo plazo y siguen dependiendo de los trabajos sexuales mal remunerados. Otras, vuelven a descender cuando la pierden:

Un día, si el extranjero te deja o ya no envía dinero y tú no tienes dinero, tus amigos con los que antes salías ya no se preocuparán por ti. He visto muchos casos. Cuando estás en la cima, invitas a copas a todo el mundo. Pero cuando caes, todos te pasan por encima.

La mayoría de las entrevistadas ansiaban restablecer el vínculo con su familia y su aldea natal. Tenían una necesidad emocional genuina de ser un miembro valorado de la familia y recibir reconocimiento:

Si mi pareja  ya no está aquí, y he tramitado la herencia, me mudaré a mi ciudad natal. Construiré una casa y abriré un pequeño salón de belleza. Cuidaré de mis sobrinos... 

Para las kathoeys, la vida en las zonas turísticas está siendo su manera de salir de la pobreza, pero no la solución. Como dijo Nong Toom:

Lo único que me hace infeliz son factores externos sobre los que no tengo control, como lo que los demás piensen de mí y el hecho de que mi género no esté reconocido legalmente. Si me preguntaran hasta qué punto me siento mujer, tendría que decir que una parte depende de hasta qué punto la sociedad está dispuesta a aceptar mi nueva identidad.

Artículo anteriorEscorca: deporte para conservar el territorio
Siguiente artículoInsectos: ¿el alimento del futuro?
Debug