Huella de carbono digital: qué supone enviar un mail

Huella de carbono digital: qué supone enviar un mail

Probablemente te sea familiar el término huella de carbono. Como te mueves, tus hábitos alimenticios, el reciclaje, la eficiencia energética en los hogares, ... Saber de qué forma nuestras decisiones del día a día aumentan o reducen nuestro efecto en el planeta es lo que se conoce como el cálculo de la huella de carbono.

La legislación en países europeos es extensa en esta materia y puede llegar a ser complicado conocer con exactitud la huella de carbono de una empresa, no hablemos ya de un particular. Por eso, es cada vez más común ver calculadoras online que hacen una aproximación para que te hagas una idea.

Hoy te queremos hablar de algo que posiblemente no sabías. Y es que el día a día en internet también tiene un impacto: la huella de carbono digital. Vamos a aprender un par de claves sobre el tema y qué podemos hacer de manera rápida y sencilla para reducirla, ¿nos acompañas?

El sector TIC y su impacto

La industria de la información y la comunicación (TIC) suele ser muy elogiada por permitir eficiencias que ayudan a reducir la huella de carbono de otros sectores industriales. Sin embargo, recientes estudios plantean que la industria de las TIC contribuye significativamente a las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI), y su contribución relativa podría crecer desde el 1-1,6% en 2007 hasta superar el 14% de las GEI mundiales de 2016 en 2040, lo que supone más de la mitad de la contribución relativa actual de todo el sector del transporte. Además, Behlki y Elmelegir, autores de uno de los estudios más citados sobre emisiones digitales, explicaban ya como los smartphones iban a superar en 2020 la contribución individual de ordenadores, portátiles y pantallas. Pero ¿qué es lo que más consume?

Un minuto en internet

Todo esto que vemos en el gráfico elaborado por Lori Lewis para la web Statista.com tiene un efecto en la huella de carbono digital. Por hacernos una idea de algunas de estas, un correo electrónico consume entre 4 y 50 gramos de CO2 al ser enviado. Almacenarlo provoca aproximadamente 10 gramos de CO2 al año. Si contamos los casi 200M de emails mandados en un minuto en el mundo, eso equivaldría entre 800 y 10.000 toneladas de CO2.

Media hora de visionado de Netflix, de acuerdo con la propia multinacional, puede consumir 55g CO2e, por lo que, si estos 28.000 usuarios únicos están viendo una serie de esa duración, hablamos de 1540 Kg de CO2 en media hora. Por último, un mensaje de WhatsApp produce aproximadamente 0’2 gramos de CO2, lo que implica 1380 kg de CO2 al minuto, sin contar que las fotos, videos y los audios pueden llegar a contaminar mucho más.

En definitiva, el cambio de chip viene de la mano de entender que los datos tienen que subirse, enviarse y almacenarse. Nos puede parecer algo bastante etéreo mientras mandamos ese correo electrónico, o tenemos la bandeja llena de mensajes sin leer y newsletter que jamás nos han interesado, pero la realidad es que es otro pequeño granito de arena que podemos aportar.

Te dejamos algunos consejos básicos en el tema de los correos electrónicos para reducir tu huella digital:

  • Garantiza que los documentos que envías por correo están optimizados. Existen herramientas online gratuitas que reducen el tamaño de tus PDFs o imágenes en segundo, con prácticamente cero impactos en la calidad de estos.
  • Acostúmbrate a borrar los mensajes que no son necesario almacenar. Una buena práctica para que no sea un suplicio es sentarte una vez a la semana y dedicar 5-10 minutos a borrar aquellos correos o promociones que ya no son importante.
  • Depende del grado de confianza, probablemente un WhatsApp o un mensaje será mejor que enviar un correo electrónico.
  • Desuscribete de las newsletter que ya no te interesan, ahorrando el envío y el almacenado. Existen aplicaciones como CleanFox que te ayudan a deshacerte de todas de una tirada.

Y lo más importante, mantente informado. Es importante que seamos conscientes de nuestros actos, físicos y digitales. Sin necesidad de obsesionarse, todos podemos cambiar ciertas prácticas para que internet sea un poco más sostenible.

 

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